El anciano me llevó por el larguísimo pasillo de la planta baja. Llegamos al interior de un dormitorio. ¿Por qué hay tanta luz aquí? Casi me asusta más que la oscuridad. Esta habitación me da escalofríos. Hay alguien o algo en la esquina oscura de la habitación, puedo oírlo pero no puedo verlo, quizá mi cámara filme alguna señal. El viejo está inquieto y ha empezado a gritar. "¡Basta!", le grito, pero no me escucha. Vuelve a gritar.