En París, Leclair tocó durante mucho tiempo en el teatro privado del duque de Gramont, que no se caracterizaba por su afabilidad; al contrario, era rudo y malhumorado, y no le gustaba a muchos y envidiaba al famoso violinista por sus extraordinarias dotes.
Sin embargo, esta ciudad también me recuerda mi infancia, mi pasado familiar tan intrincado y misterioso. Llevo muchos años viviendo en Italia, pero mi corazón se ha quedado en la ciudad del amor y, cuando puedo, vuelvo para perderme por sus calles. Sígueme...
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