Desde pequeña, mis padres me llevaban a los teatros a ver las grandes óperas: musicales, teatrales, de ballet... y por eso cultivé la pasión por la música y por el violín. Horas y horas en libros para estudiar la historia, la técnica, la teoría. Pero lo que un libro nunca podrá enseñar es a tocar con el alma. Esa alma que Leclair quizás había entregado por completo a su Stradivarius, condenando su vida para siempre.
SPEAK ALOUD