En el Museo del Violín de Cremona descubrí todo: la historia de la muerte de Leclair, el origen del violín negro y la misión de mi familia. En esos pasillos mi padre empezó a contarme todo y yo, una romántica niña de 16 años, quedé encantada. Desde ese momento, se convirtió en un lugar especial para mí que, de alguna manera, me hacía sentir cerca de estas figuras del pasado. Aún hoy sigo descubriendo cosas nuevas y me fijo en objetos que nunca había visto.
Entra en el museo y dime el nombre del violinista que está tocando dentro de la gran cúpula de madera.
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